lunes, abril 03, 2006

La Pichanga



Esta tarde salí a caminar, sin rumbo, sin hora y sin ninguna expectativa de nada, solo caminar. Cuando ya se me había terminado la mineral y las malditas pilas morían en mi walkman como un oasis en el desierto, apareció ante mi una plaza. Se veía bastante agradable por lo que me dirigía ella y me senté en un banco a contemplar el paisaje. En ese momento fue como si una mano me tomara y me retrocediera en el tiempo; ahí, al medio de la plaza se aprestaba a comenzar una de las luchas mas encarnizadas que pueden existir en un barrio capitalino y de todo Chile, estaba por dar inicio la nunca bien ponderada "Pichanga".
Recuerdo cuando era niño (hace poco tiempo nomás), la pichanga constituía pieza fundamental en la formación que uno obtiene cuando niño y que no viene de la casa o de tus padres. Ahí en la calle es donde tu te vales solo de ti mismo y en donde comienzas a tomarle el gustito a la independencia que algún día tendrás (tarde o temprano).
La escena se repetía casi todos los días y a la misma hora (todo dependía de la carga del colegio de ese día o de mas de algún castigo por alguna embarrada que uno se manda en el colegio). Nos juntábamos en el lugar convenido y comenzaba todo con la ceremonia de selección de los equipos (a menos que nos enfrentáramos a un equipo de otro barrio), esta ceremonia constituye el primer proceso de discriminación que aparece en nuestras vidas, ya que los capitanes elegían siempre a los más buenos y a más de alguno siempre le quedaba la humillación de ser los últimos o ser relegados al arco. Luego venía la confección de los arcos que casi siempre eran champas de pasto de algún jardín vecino o nuestras poleras o chalecos. Y entonces, el comienzo; no existían árbitros porque las reglas siempre estuvieron claras, de donde sale la pelota s viene auto paramos y se sigue donde se quedo, etc. Aunque mas de alguna regla quedaba a la interpretación de los pichangueros, por lo cual mas de algún partido se suspendió por no existir consenso.
Jugando a la pelota en la calle, plaza o en cualquier lugar que sirviera para colocar dos equipos y dos arcos, aprendí muchas cosas, ahí encontré grandes amigos, de esos que tal ves no vuelves a ver mas en la vida, pero de seguro nunca olvidarás; también adquieres enemigos jurados, ya sea por una patada o por la niña del barrio que les gustaba a los dos; aprendes lo que es lealtad hacia los demás porque tu equipo en la cancha era tu familia luchaban a muerte por vencer al rival.
Aun recuerdo cuando rogábamos a las mamás de turno que dejaran salir a alguno de nosotros porque los de la otra cuadra habían tenido el descaro de desafiarnos, y la hombría nos obligaba a responder al desafío. O que estoicamente volvíamos todos juntos a casa para que la mamá no nos retara porque veníamos con las rodillas peladas o con un pedazo menos de polera o pantalón.
Mis amigos de pichanga fueron los primeros que estuvieron conmigo cuando por algún motivo tuve que pelear o los primeros hombros en donde uno se afirmó cuando por algún problema de niñez o por una dura derrota en la cancha, se nos amargaba la vida aunque fuera por un día.
No se si las mujeres que lean este post comprendan la importancia que tiene para muchos niños la pichanga del barrio, tal vez ellas tengan su símil en el juego de las tacitas o que se yo, solo se que un niño sin pichanga, es como una casa sin marido, como un barco sin su capitán, como una guagua sin su teta, un café sin su pucho, etc.
Divagando en todos estos recuerdos se me paso la hora y así como yo volví a la realidad, también se acabo a pichanga que estaba contemplando, los jugadores se dieron la mano y se fueron rumbo a sus casas donde mas que seguro alguno recibirá el reto de la madre por llegar con toda la ropa sucia con el verde pasto de la plaza.
Dicen que recordar es volver a vivir; hoy recordé una parte maravillosa de mi vida y a todos aquellos que algún día estuvieron junto a mi y que ahora desconozco su paradero. Un abrazo para mis amigos pichangueros.

5 comentarios:

Alexandra dijo...

Qué bonito tu post, nostálgico, me hizo recordar a mis amigos del barrio.
Yo no jugaba a las pichangas, aunque cuando iba a la casa de mis primos igual quería jugar a la pelota con ellos, me tiraban al arco y me botaban a pelotazos jajajajaja, pero yo era feliz "jugando" con ellos.

Saliamos a andar en bicicleta, nos juntabamos en las casas, teniamos a los enemigos de la otra calle, ibamos a la piscina...aaaaa!! que recuerdos!!! De ellos no sé nada, somos los únicos que quedamos en el barrio. Y obviamente uno de ellos fue mi amor platónico.

Srta. Lee ® dijo...

Qué entrete...ese es un plus de recuerdos infantiles que tienen los niños, al menos nunca he sabido de niñas hablando de pichangas en su barrio.
Todos recordarán esas cosas, menos mi papá, tú cachai que nunca se acuerda de nada :p
Saludos pichangeros!

MLP dijo...

Las minas jugamos pichanga de otra manera, de una forma mas silenciosa menos movida e infinitamente mas cruel, pero tenemos lugares donde se ve quien es la mas fuerte, quien domina quien no y esas cosas, tal vez por eso A VECES nos resulta tan fome jugar a la pelota. Yo todavia me acuerdo con mucho cariño una pichanga que jugué con puras mujeres, lo pasamos increible y nos dijimos sin decirnos más cosas de las que podriamos haber compartido tomandonos una chela. Desde ahi que comprendi la importancia que tiene la pichanga para los hombres, por eso cuando les llega una pelota, sonrio y me voy a pasto a fumar.

que lindo el post.
besos.

G. dijo...

es verdad tal vez la pichanga misma, como juego para las nenas no significa nada, pero los juegos de nosotras tienen los mismos codigos...tb me acorde de mi infancia en una calle sin salida, como 10 pendex de todas las edades jugabamos ahi...lindos recuerdos



exito

G.

MLP dijo...

Mil disculpas, mil, mil,mil.
porque en en el blog deje un comment diciendo que habias dicho que efectivamente no habias dicho, perdonadme, me confundi, me traspapele, la cague...

im sorry, so sorry