Un dia en el Infierno

Camino por las calles del Centro de Santiago, hace por lo menos 2 años que no lo hacía. Este fue mi paisaje durante muchos años ya que estudie en un colegio que esta situado justo en el centro de esta boragine de personas, creo que desde ese tiempo nació mi desprecio hacia esta ciudad. Y hoy después de un tiempo razonable, veo que lamentablemente no ha cambiado nada; ni las nuevas estaciones del metro, ni el transantiago, ni la preparación tan bullada del bicentenario han hecho que esta ciudad me parezca un poco más amable o por lo menos que la gente tome conciencia de que su ciudad se esta volviendo de lo peor.
Sigo caminando por el paseo Ahumada (centro neurálgico de la deshumanización) y solo veo caras que se dirigen raudas a no donde cresta, pero todos van apurados. Se que pueda sonar cliché pero nadie repara en la persona que esta al lado, el lustrabotas que esta trabajando, la señora que ofrece parches curitas; siquiera notaron a una joven oficinista porque se saco la mierda en medio del paseo y la notaron solo para hacerle el quite.
Me aferro al walkman (fiel compañero de tantas caminatas) y al ritmo de Bitter Sweet Symphony (me juraba en el video) sigo caminado raudo hacia mi destino y salir lo mas pronto de este asqueroso paisaje. Solo noto caras tristes; pasan tan rápido que ni siquiera alcanzo a hacer mi habitual ejercicio de pensar y analiza por un segundo lo que será de la vida de estas personas que se atraviesan frente a mi, solo bultos que pasan.
Extraño mas que nunca la sensación de inmensidad que te da el mar, el caminar por calles donde no tengo que esquivar a tanta gente y en donde se que en tal y cual esquina esta la señora del pescado, o don Juanito el del quiosco y que me va a saludar con una sonrisa al pasarme el diario; a Santiago le falta sonreír, le falta que s misma gente pare un momento y deje de pensar que su puta ciudad es el centro de Chile (y hasta de Latinoamérica) que hable con el vecino como se hacia antes (según mi abuelo) y que recuerde que esas sombras que se cruzan en la calle son gente y no bultos que esquivar en el camino al trabajo.
Me da pena el pensar que toda mi familia y muchos de mis amigos siguen aquí y que esta sumergido en este ambiente, quizás sea eso lo que me alejo de casa y que no me permite regresar nunca más (por lo menos permanentemente). Elegí vivir en la V región donde por fin siento la sensación de hogar y en donde existe el paisaje perfecto; Tomo un tren que me lleva al interior con campos y bosques, puedo ver morir al sol en el mar, las hermosas luces del puerto en las noches de bohemia, y la gente, la gente orgullosa de su puerto y de su tierra. Acaso existe un lugar mejor para vivir ?
Bueno creo que he descargado un poquito de todo ese malestar acumulado desde mis años escolares, gracias a Dios, sigo sanando